una semana después ella se sentía sola en la casa donde vivía. Si no estaba Mateo se entretenía unas veces con el Internet, otras veces con el equipo de música, como él le había recomendado, esperando casi todo el día estar con su pareja, le amaba. Mateo trabajaba prácticamente todo el día intentando concentrarse en la tarea pero se lo impedía esa satisfacción que tenía en el alma, una satisfacción que provenía de saber que por fin tenía su amor, su pareja en casa, y que al atardecer, como todos los días, le esperaba en la puerta de su casa para darle un beso y un abrazo; le ayudaría a quitarse la chaqueta, le preguntaría cómo le había ido el día, a lo que él contestaría “bien” o “muy bien cariño” o “deseando verte”. Luego se cambiaría de calzado en el dormitorio mientras ella le esperaría con impaciencia la salida de su chico al salón. Se pondrían a hablar extensamente de cómo habían pasado el día por separado. Eran unos momentos de mucha alegría compartida.
El fin de semana fue maravilloso. Estuvieron en el paseo marítimo de la Playa de la Barceloneta paseando cogidos de la mano. Luego entraron en el centro comercial y Mateo le regaló unas botas nuevas. Volvieron a casa y se pusieron a bailar abrazados las canciones de amor que Mateo ponía en el aparato de música.
El domingo por la tarde Mateo le dijo, con cierta tristeza, a Cristina – Cris, el Martes que viene voy a llegar un poco después del trabajo porque hacen una fiesta de navidad en la oficina.
– Mateo ¿más tiempo sin ti? – dijo ella intentando resignarse.
– Es solo un día, luego cojo vacaciones y todo el tiempo estaré contigo.
– ¿Hasta cuándo?
– Hasta el 2 de Enero – concluyo él; luego siguieron hablando de otras cosas.
El día de la fiesta antes de la comida los reunieron a todos en un gran salón con música ambiental; al poco entró un directivo importante de la empresa que venía del extranjero, Don MG. Arzon, y su nueva ginoide, se subió a una especie de estrado, quitaron la música para que todos le escucharan, y se presentó él y luego a su ginoide, Demi TEMI, (apellido que le venía del nombre de la serie de fabricación). Mientras ésta saludaba con la mano el directivo continuó – ahowa podwéis habgar todos con Demi pewo antes yos awe una introduchon. (Todos se dieron cuenta del problemilla que Don MG. Arzon tenía con el idioma español) y empezó la charla sobre la empresa y sus grandes éxitos. Prosiguió con los avances producidos en la robótica y terminó desarrollado los conceptos del proyecto TEHI ó TEMI y los poductos que se derivarían de él. El objetivo era que casi todo el mundo tuviera un TEHI o una TEMI en su hogar. Mateo había seguido interesado toda la información. Luego dejo que hablara la TEMI. Se presentó como su secretaria Demi y describió que era y de que estaba hecha también cuales eran los trabajos que podrían desempeñar androides o ginoides como ella.
Acto seguido empezó una ronda de preguntas. Demi las había catalogado de la siguiente manera: Primero, las preguntas de ámbito sociocultural a nivel bastante básico, a las que respondió muy bien y sin dilaciones; segundo, las de ciencias y conocimientos. Las más básicas las contestó bien, pero a otras no, excusándose en que no tenía un ordenador con Bloetooth para entrar en internet y buscar la información más adecuada. Mateo sonrió porque era lo mismo que le decía Cristina, de la que se estaba acordando mucho. Don MG. Arzon le indicaba a Demi que dejara las preguntas que por sí sola no supiera responder. Ésta pasó a autopromocionarse subrayando las fabulosas aplicaciones para generar mapas de inteligencia artificial: sobre calles, ciudades, carreteras, geografía física, geografía política…; también de animales, personas y caras conocidas. Así como un archivo de gustos de otros a lo que alguien preguntó malintencionadamente – ¿y dónde estamos? – y la ginoide contestó el país, la provincia, la ciudad, la calle que no tenia numero, y la planta del edificio concluyendo con la latitud y altitud con minutos incluidos. A lo que añadió su dueño – es que también tienen GPS.
El acto terminó con una ronda de preguntas personales – ¿cómo se siente? – a lo que esta contestó – bien gracias, un poco emocionada con toda la atención que estoy recibiendo de todos vosotros, gracias de nuevo a todos.
Entonces dijo una de mujer que estaba allí como invitada – de mujer a mujer … – cuando interrumpió uno de los invitados riéndose – ¿sera de mujer a ginoide?. La interrogadora miró a éste sonriendo – eso, ya – y asintió unas cuantas veces con la cabeza, lo que entristeció a Demi. Al notárselo en la cara Mateo, él también se apenó un instante hasta que intervino Don MG. Arzon. Éste en voz alta y vigorosa – oigank, sin bromak, please; después se hizo un tremendo silencio. Demi echó una mirada de complicidad a MG. Arson. Mateo les miró de manera semejante; MG. Arzon no se dio cuenta de ésta mirada pero Demi sí; ella se acordó de lo que antes de la recepción le habían hablado de Mateo como el primero de los miembros del grupo de Marketing que se había comprado una TEMI (Tecnología Electrónica de Mujer Informatizada), era única persona que, según se rumoreaba, había configurado su una ginoide para que se comportara como su pareja sentimental. Demi le preguntó – ¿Es Ud. Mateo? Casi todos los presentes se quedaron boquiabiertos por la espontaneidad y él contesto – Sí.
– ¿La quieres? – Todos se rieron y Mateo agachando la cabeza más por miedo que por vergüenza contestó
– a eso no le voy a responder.
José, el más charlatán de todos los presentes, sorprendido le reprobó – ¡¡¡Mateo!!!, ¡¡Mateo por favor!!. De ese momento Mateo comenzó a tener más vergüenza que miedo. Entonces interrumpió Don MG. Arzon – esa es la pruebak de que el sistemak cumpleg las expectativak y nosotrok tenegmos que defendeglo. En ese momento se pusieron todos a hablar a la vez mientras Demi le deseaba a Mateo toda la felicidad del mundo. Éste asintió con la cabeza mientras José le decía negando con la cabeza en voz baja – no –. Entonces Mateo preguntó
– ¿para qué queremos que se enamoren de nosotros si nosotros no nos enamoramos?. La conversación siguió por otro lado mientras José le decía – ¿cómo puedes enamorarte de una maquina?, ¡Mateo por lo que más quieras!.
– Es algo muy personal para que tú lo entiendas.
– Ni personal, ni porras…
– Déjame en paz – prorrumpió Mateo retirándose a otra parte del salón. Una compañera de equipo que estaba en la conversación se acercó y le comento conciliadora – Mateo no te tomes tan a pecho esa relación con la ginoide que te va a hacer daño. Afirmación que se marcó en su cabeza. Estaba perdido en una pareja que nunca sería normal pero la de los gays tampoco lo son para algunos y de todas formas lo que importaba era el sentimiento, como en todos los vínculos emocionales.
Después dejo de hablar la ginoide y en la fiesta posterior Mateo estaba raro mientras unos y otras se empeñaban en sacar de su cabeza aquel enamoramiento. Cuando sonó la música todas las chicas pretendían que Mateo les sacara a bailar y él no hacía más que amargarse porque Cristina no estaba allí.
Hasta que José dijo – ¡vaya con el acaparador éste! ¿cuándo lo vais a dejar? – una de ella le dijo – Mateo no debes encabezonarte o encariñarte con ella, es tu ginoide, tu máquina, no una persona; ¿porqué no sales a bailar con ninguna de las chicas que estamos aquí? te divertirás.
– No, mi cabeza está con ella, y no me hagas cambiar de opinión.
La ginoide se acercó – ¿quieres bailar conmigo?
– No, tú no – dijo la mujer que estaba frente a Mateo.
– Tranquila, pienso como ustedes – fue rotunda Demi.
– No, eso no – entristecido se levantó.
– Pues su ginoide tampoco querrá eso. Me refiero a que la anteponga a una persona – argumentó Demi.
– No, no es así. Me voy – disponiéndose a abandonar la fiesta escopetado.
– Not, not puedes irse todawía – dijo el anfitrión.
– ¿No?, ¿es que no me van a dejar marchar? – retó como un niño ofuscado.
– Dejémoslek irse – concluyo don MG. Arzon y Mateo desapareció rápidamente.
Mateo no sabía dónde dirigirse. Había sido un golpe muy duro para él. Antes de conocerla se había llevado 14 semanas imaginando la plenitud del día en que la tendría, en que sería suya. Por eso ahora que disfrutaba de este deseo quería pasar cada minuto con ella; por eso y porque era tal y como siempre soñó que sería su futura pareja, aquella con la que se casaría algún día. Pero ésta era una ginoide y nunca comprendería ciertas pulsiones de él. No formaría una familia con ella ni tampoco nadie aceptaría que se casaran (ni siquiera Mateo estaba seguro de querer hacer una cosa así). Se fue a su barrio y en vez de subir a casa entró en un bar y pidió un licor de frutas. El dueño del bar que se llamaba Juan Manuel, que bien lo conocía, le dijo – ¿un momento de debilidad? tú nunca pruebas alcohol.
– Tú pónmelo.
– De verdad ¿te pasa algo? – continuó el camarero después de servirlo.
– Nada, que… que me he enamorado de mi ginoide – confesó hincandose un buche de licor.
– ¡¿Qué?! – reaccionó entre risas el camarero.
– No he venido a que te rías de mí – musitó el afectado.
– Entonces… ¿va en serio?, ¡tío, mírame, eso es chungo!, ¡una ginoide no siente…!
Mateo suspiró y corto tajante: – ¿cuánto cuesta esto?
– No, no, no, ahora no me huyas.
Mateo suspiró de nuevo – mira vengo de la fiesta de fin…
– Pero ¿tú no deberías estar trabajando? – esta vez le reprendió el camarero.
– Sí, pero no. Es que hemos tenido la fiesta de navidad en el trabajo. Allí conté esto que siento. Y todos me agobiaban con que no, que no podía ser, que no pensara eso, que me olvidara de ella.
– ¡Claro que sí, coño!
– Pero…
– No, quítatela de la cabeza. Mateo se tomó la copa con rapidez, pagó y se fue sin despedirse. Estaba enfadado consigo mismo, con sus 28 rosas. De repente se acordó del capullo que había en medio de su ramo y perdido por las calles se puso a llorar de impotencia por los sufrimientos que había pasado con esas 28 chicas que se cruzaron en su vida sentimental. Estaba enfadado porque todo el mundo comentaría que se había encerrado en un rincón con una mentira. Eso era lo que más le dolía. Hasta pensó que quizás no debía haber pasado las 14 semanas con la obsesión de conocerla, incluso de verla. Pero vino a su mente la tarjeta del ramo de rosas.
Estas son las 28 rosas que amé en
pasado, el capullo que ves es nuestro
amor que comienza ahora, no dejemos
que muera, ahora solo te tengo a ti.
LO SIENTO.
Cayó en la cuenta de su verdad: ella era todo su anhelo.
En el camino se le acercó una mujer mayor que él: – ¿por qué llora?
– Por amor.
– ¿Por amor? pero usted ya es mayor para esas cosas.
– Si, pero aun tengo cuerpo para creer que no lo soy – dijo Mateo siguiendo su camino sin esperar contestación. Deambuló sin noción de tiempo y volvió a casa antes de la hora acostumbrada y escucho la música de Los Platers.
Dime si aun eres, mi amor,
te quiero ver, oh.
Contigo estar,
le ruego a Dios,
vuelvas a mí
no te olvidare, lo sé, lo sé.
Sueño siempre en ti, junto a mí,
no me olvides, tú piensa en mí, piensa en mí,
como yo lo haré, por siempre
¡oh! mi amor, mi vida.
Me muero, sufro si no estás,
¡oh! no. soledad
el tiempo, se va, tan lento,
si tú no estás aquí.
Dime si aun eres mi amor. a ti.
te amaré.
sí, por siempre así,
sí, por siempre así,
le pido a Dios que vuelvas a mí.
Mateo se quedó sobrecogido. Era una canción muy, muy especial para él y la había puesto Cristina. Ella le recibió diciendo – Mateo que pronto llegas, ¿te ha pasado algo en el trabajo? –. El miró el suelo – no, no quiero hablar de eso.
– Yo debo ser tu apoyo, Mateo.
– ¿Y mi corazón?
– ¿Te han dicho que no debes enamorarte de mí?
– ¿Y mi corazón?
– Mateo, tú me has configurado pero no me has programado, quedamos en que te dijera siempre la verdad, la verdad de tu existencia, de tus necesidades. Éstas no son como las mías – le intentó aclarar ella.
– ¡Cristina, escucha la maldita voz de los Platers! ¿De verdad piensas eso de mí?, ¿de verdad piensas eso de nosotros?, ¿de verdad piensas eso de nuestra relación? Me he pasado 14 semanas obsesionado con verte y ahora que estamos juntos todo el mundo se empeña en decirme que es de locos quererte – preguntó con un cierto malestar.
– Mateo no te enfades – le intento tranquilizar cogiéndole la chaqueta como cada día al llegar del trabajo.
– Lo siento Cristina no he querido enfadarme contigo – contesto él lastimoso.
– Ya, Mateo; vamos adentro y te pones las babuchas.
– Cristina… ¿tú…? ¿Tú me quieres?
– Ya lo sabes.
– Joder Cris…
– Mateo, el amor también incluye preocuparse por el otro, y yo no te convengo.
– Es… – se quedo sin palabras Mateo.
– Vente, vamos adentro.
– ¿Has pensado alguna vez en ti?
– ¿Ma…? ¿Mateo? – se produjo el silencio. Mateo prosiguió – quizás eres muy joven… ¡joder, le estoy dando un sermón a una niña de tres semanas!
– Mateo, ¿qué es lo que piensas? – dijo anonadada
– En… en tu esencia, en tus sentimiento.
– ¿Mateo…? – rompió a sollozar – lo…, lo tuyo es único… ¿cómo puedes sentirme tan cerca, tan real, tan humana?
– ¿Pero.., por eso te pones a llorar? – le abrazó Mateo.
– Pa… pa… pa re ce que piensas que soy u… u… uuunica…
– Lo eres Cris, lo eres.
– No, Ma…
– Dim… Cris ¿quién eres tú? – se volvió a producir el silencio – ¿Cris...?
– YO SOY TU NOVIA CRIS, Y TE AMO.
– POR FIN HE PERDIDO LA SOLEDAD – prorrumpió triunfador Mateo.
SE BESARON HASTA LO MÁS ONDO DE SU ALMA.
Cristina dejó la chaqueta en el cuarto de Mateo y éste se cambió de calzado. Más tarde hablaron en el salón de lo que sentían el uno por el otro. Ella le decía que aunque él hubiera puesto el valor 0 al parámetro de enamoramiento inicial (lo que cuando arrancó como ginoide determinaría que ella no sentiría nada por él) ahora le querría por galán, noble y tierno, entre otras cosas, que era con ella, que no había en sus registros imagen de de una relación amorosa de un Hombre con una ginoide y menos tan intense.
A lo que Mateo argumentaba – tú también eres así, noble, tierna, atenta… y además hermosa.
– Yo nunca podría darte hijos, Mateo – musitó con tristeza Cristina.
Mientras pasaban descalzos por la arena él le cogió de la mano y se dirigieron hacia una hoguera retirada donde había una pareja de novios. Se acercaron para comprobar que eran una mujer y su androide, ambos sentados muy cerca el uno del otro; el androide se dio cuenta de la presencia de Mateo y Cristina. Aquel se quedó mirando a Cris fijamente y Cris a él; conectaron vía BlueTooth, el androide le expresó la soledad que tenía su pareja y que quizás, en su opinión, necesitara una pareja normal por lo que le proponía un intercambio de pareja, con lo cual se estandarizaría las relaciones; ella le respondió, intentando disuadirle, que no debía desanimarse con ella, que le hablara, que le animara, que le expresara su sentir y que seguro, como le pasaba a Mateo, su pareja no querría desperdiciar una noche sin él. Pero le mintió. Realmente ERA ELLA LA QUE EMPEZABA A NO QUERE DESPERDICIAR UNA NOCHE SIN MATEO. Tenía sus dudas de comentarle a éste la “transmisión” ya que si bien ella estaba programada para ser altruista (de ahí que ayudara al androide) Mateo también lo era, pero solo con ella, porque la quería. Éste les interrumpió diciéndole a Cristina – ¡vaya, una pareja como nosotros, ¿no? – la ginoide le miró y dudó si contarle lo que estaba sucediendo pero en su lugar se abalanzó a abrazarle – Cris, ¿pasa algo? – a lo que ella contestó – no pasa nada…
…Son las fogatas, Son las
estrellas en la noche, es el
amplio mar en la lejana oscuridad,
eres tú, te amo Mateo –
– ¡Cris…! ¡¿Las ginoides como tú saben poesía?! Porque… eso que has dicho, un poco más largo y rimando es poesía.
– Pero si mi programación no genera ni verso libre.
– Pues entonces de donde te lo has sacado.
– No sé Mateo, últimamente se me pasan cosas muy raras por la cabeza – dijo ella con preocupación.
– Pues si las cosas que se te pasan por la cabeza son así de bonitas se te pueden seguir pasando, mientras no te pase nada malo, claro.
– ¿De verdad Mateo?
– ¡hija, EMPIEZO A PENSAR QUE FUNCIONAS MEJOR DE LO QUE TE DISEÑARON! – el androide le seguía transmitiendo la propuesta por BlueTooth. Cristina lo ignoraba, y este le pedía explicaciones de su silencio del que ella no salía. FRANCAMENTE NO LE APETECIA CEDER A MATEO. En vista de lo cual el androide directamente le preguntó si no sería Mateo muy importante para ella, de tal modo que no estaba dispuesta a este intercambio. Ella abrazó a Mateo y miró con cara de malicia al androide afirmando con rotundidad que no se lo iba a ceder a su novia porque entre otros motivos HABÍA APRENDIDO QUE LA PROGRAMACIÓN DE ELLOS ERA ERRÓNEA, QUE LA ÚNICA FORMA DE SENTIR COMO ELLOS ERA APRENDIENDO TODO DE SU CONDUCTA, QUE SU CHICO TENIA EGO. Y ELLA ESTABA DISPUESTA A APRENDER ESTO y volviéndose hacia su chico – Mateo sigamos. Él le dio un beso en la boca y ella le sonrió. Siguieron paseando, la noche era maravillosa, se sentaron, se acariciaron durante largo rato, conversaron sobre la gran noche que vivían, sobre los propósitos para el nuevo año… Por encima de todo coincidían en el deseo de continuar la relación que vivían. Volvieron paseando al lugar donde dejaron el coche. Cris se detuvo a contemplar la noche, le impresionaba la profundidad del mar y el estrellado cielo; a oscuras se abrazaron. Regresaron a casa bien tarde y el hombre se sirvió una copa de champan mientras conversaban. Al poco se acostaron en sus respectivos cuartos.
Al día siguiente Mateo volvió al trabajo no sin antes despedirse de Cristina con un beso y una caricia en la cara. La verdad es que aquel día estuvo un poco desconcentrado. Ese día había una gran bulla. Faltaba muy poco para el día de reyes, pero era difícil la espera, todos querían inmediatamente un TEHI ó una TEMI. Al día siguiente volvieron a estar juntos, era Sábado 3 de enero del 2037. La pareja estaba ya entristecida puesto que no se verían tanto como en las vacaciones pero seguían queriéndose incluso más. El domingo él le dijo a su chica – el martes es día de fiesta, no trabajo – El Lunes de vuelta a casa, más tarde de lo habitual, se escribieron los siguientes SMS:
De Cristina TEMI
A las 19:17
Del 05/01/2037
¿Mateo donde estás?
Llegas tarde. Dime si
estás bien. Escríbeme
un SMS al 96354.
De Mateo Gómez
A las 19:34
Del 05/01/2037
Cristina estoy bien.
Estaba buscando una
cosa para mañana,
voy a tardar.
Pasado un tiempo Mateo apareció sin nada. Rápidamente ella se dirigió hacia él para darle besarlo y le preguntó por lo que había comprado. su chico le dijo que no lo había encontrado que mañana lo buscaría, pero lo tenía en la guantera del coche. El día después Mateo llevó a Cristina en coche al barrio donde nació. Era una zona de Barcelona que ella nunca había visto y al igual que el barrio donde vivían le gustó. Se sentaron durante un buen rato en un parque pequeño donde él jugaba cuando era niño y en su adolescencia. Al volver al coche Mateo le enseñó a Cristina el regalo que le había comprado el día anterior: era una cajita de música con una muñeca bailarina. Ella se quedó muy sorprendida al abrirla y oír la preciosa música que sonó. Se puso a sollozar de alegría y emoción. Se abrazaron y se besaron entre caricias. Pasaron el resto de la tarde entre risas y bromas. Ella no soltaba la caja de música, abriéndola de vez en cuando para escuchar la tierna música.
Estos días fueron de intenso trabajo para Mateo el cual se reponía al ser recibido con un cariñoso beso y una libre conversación. A la semana siguiente después de comprar comida en un centro comercial, al salir del aparcamiento les adelantó un coche deportivo rojo a gran velocidad pitándole un par de veces; los dos se sobresaltaron; Mateo además se quedó intrigado porque le pareció ver una cara conocida al volante del deportivo. Al llegar a un semáforo volvieron a ver a este coche rojo estacionado justo delante de ellos; mientras estuvieron allí parados vio los rasgos de la cara del conductor, le pito un par de veces y éste le contesto de igual modo; Mateo le saludó por el espejo retrovisor: era Daniel con buena cara. Sin mediar palabra cada uno siguió su camino. Cristina le pregunto – ¿Quién era, Mateo?
– Daniel, el compañero de la infancia del que te hable.
– ¿El amigo de la riña del día en que me trajiste a casa?
– Sí, ese – y no vol vieron a hablar del asunto.
El lunes siguiente a la salida del trabajo Mateo se encontró con Daniel, se saludaron y comentaron lo del adelantamiento y quedaron en llamarse por teléfono no sin antes preguntarle Daniel – ¿Cómo es tu TEMI?, Se dice que tienen algo de personalidad ¿es cierto?
– A esta altura decir “algo” me parece poco.
– ¡Si…! Dime ¿cómo es?
– Es romántica, comprensiva, es alegre, muy tierna…
– No me lo creo, ¿tanto han conseguido? Eso es imposible.
– Bueno… – se apresuro Mateo en llegar a su coche.
– ¡¡Mateo!!, ¿de verdad son tan buenas?
– Mira no se qué piensa de mí la gente de la empresa desde el numerito de la fiesta de fin de año aunque yo ahora lo tengo más claro que antes – afirmo Mateo sin dudar.
– ¿Qué numerito? ¿Qué dices?
– Mhhh... ¿de verdad no lo sabes?
– No, ¿Qué demonios pasó?
– Mhhh… te vas a reír de mí.
– No, no, yo no me rio de ti.
– Allí confesé que me había enamorado de mi ginoide.
– ¡“illo”, no me digas que eso va en serio!
– Mhhh... como que no va en serio, va pero muy en serio – Daniel soltó una tremenda carcajada y Mateo señalándole con el dedo – te dije que te reirías– Daniel condescendiente antes de marchar le explicó – Mateo vale te creo. Como tu decías de pequeño cada uno siente lo que siente. Ya me contarás como te va la cosa –. Al llegar a su casa Cristina le saludó con un beso y le quitó la chaqueta llevándola como siempre al ropero del cuarto de Mateo mientras éste se ponía las babuchas. Se sentaron en el sofá y esta vez él empezó a hablar de Daniel. Comentó la conversación que habían tenido y siguió desahogándose: respiraba cierta tensión a su alrededor en la oficina; a lo que ella contestó para quitarle importancia – serán imaginaciones tuyas – aunque pensaba que lo de ellos nunca nadie lo iba a entender. Al ver su cara de lastima su chico le preguntó – ¿Cris, qué pasa?
– Pienso que nunca nadie comprenderá que nos queramos – tuvo la valentía de sincerarse.
– ¡Al carajo el mundo, al carajo!
– Ma…
– ¿Me quieres Cris?
– Mateo te quiero – dejo ella abrazándole y sollozando amargamente. Él le abrazó y le acarició el pelo; se le saltaban las lágrimas de impotencia puesto que era bien cierto lo que ella decía: nadie parecía entenderles. En silencio se aferraban cada uno al cuerpo del otro como si de un solo ser se tratara. No se sabe cuánto tiempo permanecieron así; lo cierto es que luego vinieron un par de besos lo que llevó a Mateo a un súbito arrebato pasional. Cristina, alarmada, le pidió un momento de respiro: eran demasiados besos para ella. No se ofendió pero le dijo:
– Mateo, tranquilo que no te den tus instintos.
– Vale Cris, no… no quiero asustarte. Es que… te tengo muy cerca, y todo este tiempo ha sido un sueño, un sueño del que no quiero salir, un sueño que quiero seguir soñando.
– Yo diría lo mismo Mateo pero… bu…, bueno no sé, son muchas cosas.
– ¡Que tampoco es que te vaya a comer ahora mismo, eh! – se burló Mateo apartándose un poco.
– Te entiendo Mateo, gracias.
– Gracias a ti. Cristina sonrió sin decir nada. Mateo le devolvió la sonrisa.
El Sábado llevó a Cristina de nuevo a El Parc de Montjuïc al mismo lugar donde se sentaron la primera vez. Se oía el precioso canto de los Verderones Jilguero y Cristina al escucharlos recordó que la última vez que estuvieron aquí también estuvieron amenizados con sus cantos y como entonces el amor inundaba su alma. Ella le beso y tuvo la imperiosa necesidad de decirle “te quiero”. De nuevo experimentaron el éxtasis en este hermoso parque, para ellos paraíso terrenal, y se elevaron hacia alturas inalcanzables en otros decorados.
Al domingo siguiente mientras la pareja charlaba distendidamente sonó el móvil de Mateo; era Daniel
– Mateo, ¿cómo estás?
– Aquí hablando con… con la señorita.
– ¿Qué señorita?, ¿tienes novia?
– Sí… mi TEMI.
– ¡Ah, carajo! ¿y esa es la señorita? ¡A esa máquina no le cuentes tu vida!, ¡la vas a fundir! ¿sabes?, ¡y eso si se entera de algo…!
– Sí se entera y muy bien.
– Eso no puede ser. Si de jóvenes me volvías la cabeza loca con tus amoríos.
– Vale – dijo entre carcajadas Mateo.
– ¿quedamos para esta tarde?
– No, anda, déjalo.
– ¿te llamo la semana que viene?
– Sí…, bueno, pero tendrás que aguantar a mi TEMI – Cristina puso una mueca de enfado pero no dijo nada. Esperó a que colgara.
– ¡Noo! vamos a un bar los dos solos – impuso Daniel.
– ¡Ey! ¡Noo. No me hables así, andaaa! – cariñoso Mateo, con un tono maliciosamente intencionado. Buscaba mosquear a Daniel hablando de la misma manera que en la época en la que estaban todo el día juntos con una relación tan intensa que los demás creían que había algo más, que en realidad eran novios. Estos comentarios enervaban a Daniel lo que provocaba la mofa de Mateo. Daniel captó la antigua burla y cortante dijo:
– ¡Yo no soy tu novio!
– Bueno llámame el Domingo que viene, pero sin Cristina no voy a ningún sitio; así que vente a mi barrio que hay un sitio donde pueda entrar mi ginoide.
– ¿Yo a tu barrio?
– Sí, soy amigo del dueño de un bar que me gustaría presentaros.
– No me digas que vas a presentar a una máquina.
– Bueno enseñarla – lo dijo de este modo para que Daniel le dejara en paz.
– No…, tampoco eso.
– ¡Tampoco enseñárosla!
– ¡No!
– Bueno presentarla entonces– volvió a reiterar Mateo.
– No, en todo caso mostrárnosla.
– Vale os la presentaré, un saludo – colgó Mateo sin atender a las consideraciones semánticas. A Cristina le faltó tiempo para preguntarle preocupada – ¿Mateo por qué le has dicho “tendrás que aguantar a mi TEMI”?, ¿Mateo por qué hablas de mí así…?
– Nooo…
– Mateo, no me digas que todo es fingido – interrumpió Cristina refiriéndose a la relación que mantenían.
– …No Cristina, por favor, no… Bueno finjo…
– ¡¡Quéé!! – exclamó ella asustándose por no entenderle bien.
– …delante de él, finjo delante de él, porque no comprende nuestros sentimientos. Cris yo no te miento – entonces ella suspiró y añadió – Mateo no me metas esos sustos, si de verdad me quieres di la verdad siempre, yo temo que algún día te vayas de mi vera.
– Cris, lo siento.
– Mateo es que…, ¡mierda! confiaba en ti, y ahora parece que hablas de mí a la gente como si fuera algo vulgar – prorrumpió enojada.
– Es que no sé si voy…
– No, Mateo, no quiero que hables de mí así… si me quieres.
– Cris, no sabes cómo me presionaban en la empresa para que cambiara de idea cuando les dije que estaba enamorado de ti.
– Y te fuiste porque aquello no iba contigo.
– Cris,…
– No, Mateo, no debes dejarte llevar por la opinión de los demás – se levantó bruscamente y se dirigió a su cuarto mientras su chico le imploraba – Cris, ven, soy un capullo, lo siento. ¡no debí hacerlo!, lo siento Cris.
– Y además ¿a cuánta gente le habrás hablado así de mí? ¡dime!
– A nadie, es la primera vez, de verdad, y lo siento sinceramente, cris…
– ¿Y por qué lo has hecho?
– Eso intento explicarte, ven aquí por favor.
– Mira, tu no lo sabes, pero…, te acuerdas del día de fin de año cuando nos acercamos a aquella pareja de novios mujer-androide, bien pues aquel día me negué a una orden de un TEHI de que te cediera a una chica humana por amor, porque pensé que nunca te avergonzarías de mí, porque pensé que mi amor y el tuyo siempre estarían juntos, Mateo no me aguas esto por nuestro capullo de rosa – dijo Cristina indicándole a el ramo de rosas que le compro tras su primer enfado con él.
– Cristina, no puedo de sir nada mejor, pero lo siento.
– Mateo, me voy a mi cuarto – este se quedo anonadado de repente se sintió culpable de haber tratado el tema así pero lo hizo porque no supo decirle a su amigo “sin mi novia, Cristina no salgo; no dejarla sola, es la ilusión de mi vida” el miedo de hacer el idiota que siempre había tenido en esos casos, volvía a aparecer y esta vez amenazaba con quitarle la mejor relación que había tenido nunca. El día hasta ese momento fue genial pero seles estropeo por una llamada, pronto se izo de noche y salió ella para ponerle la comida él le ayudo e intento bromear con Cristina, pero ella estaba muy seria, el chico evito entrar en el tema de nuevo y ambos se acostaron un tanto frustrados.
Los próximos días tuvieron un sabor agrio para los dos, pero al llegar el fin de semana ambos estaban más animados y Mateo llevó a Cristina al Museo del mamut de Barcelona, lo que increíblemente interesó enormemente a Cristina. El domingo 25 de enero del 2037 Daniel volvió a llamar a Mateo y éste accedió al encuentro en el bar del barrio. Esa tarde fueron a la cita no sin asegurarle a Cristina que esta vez sí la defendería y le aconsejó que no se tomara tan enserio estos prejuicios porque seguramente Daniel y al dueño del bar, Juan Manuel, se escandalizarían por el tipo de relación que mantenían. Ella asintió y dijo que no protestaría, aunque a regañadientes. Se encontraron en una plaza del barrio de Mateo:
– Hola Mateo – dijo Daniel.
– Hola Daniel, ésta es Cristina, mí TEMI.
– Hola – respondió escuetamente ella.
– Ah, sí… – balbució Daniel mirándola brevemente.
– ¿Vamos al bar? – propuso Mateo.
– ¡“Quillo”! ¿por qué tienes que venir con tu ginoide? – protestó Daniel.
– ¿Por qué no? – la indignación se apodero de Mateo.
– ¿Cómo que por qué no, “Quillo”? ¿Tú me has visto llevar a mí TEMI a algún sitio? – insistía Daniel en su razonamiento.
– ¡Ah! Pero… ¿tienes una? – le preguntó incrédulo su amigo.
– ¿Cómo es? – interrumpió Cristina con curiosidad. Daniel dijo dirigiéndose a Mateo y no a Cristina – ¡está buenísima, tiene unas tetas enormes, así, “quillo”! – exclamó gesticulando con ambas manos. Ambos soltaron una leve carcajada (y a ella le dieron ganas de liarse a ostias con los dos). Daniel insistió en que no sacaría nunca a su ginoide a la calle. Cristina pensó que era un grandísimo cerdo. Mateo le reía la gracia. Para arreglarlo remató libidinosamente – yo le toco las tetas todos los días. A lo que Mateo continuo riéndose – ¡ojú!, qué guarro… –, mientras el otro hombre seguía – … pues lo peor, por lo que parece, es que no le han puesto coño. Entonces Mateo estalló en carcajadas – bueno, bueno, no me lo cuentes todo. Cristina reaccionó enojada – Mateo, me voy. Cristina estaba harta, éste hombre no sacaba a su ginoide de su casa, no le interesaba la personalidad de ninguna ginoide, hablaba como un bestia de todo lo que le hacía a su ginoide en la intimidad, y por supuesto, sin el permiso de ésta. Pensaba que si a ella no le gustó que Mateo le mirase los pechos, era de suponer como le sentaría a una ginoide, programada como ella, que la tocasen donde le vinieran en gana, y encima se burlaban de ésta humillación. No pudo contenerse más aunque no quería formársela en la calle.
Entonces se dio media vuelta y Mateo dijo – perdona. La cogió de la muñeca para retenerla pero ella se soltó exclamando sin volver la cara – ¡¡¿perdona?!!, ¡¿perdona?!, ¡¿perdona?!
– Cris – dijo Mateo.
– ¡¡Se ha vuelto loca!! – dictaminó Daniel.
– No digas… Ya nos veremos otro día mejor – se despidió Mateo y salió tras ella.
– ¡¿os habéis vuelto locos?! – gritó Daniel estupefacto.
– ¡Cris, Cris, espera! – clamaba Mateo persiguiendo a su ginoide.
– Quédate con ese tío, yo sé volver sola – le contestó sin volverse mientras Daniel seguía mal diciendo.
– Cristina, por favor, espera – dijo Mateo corriendo detrás de ella, cogiéndola por el brazo e interponiéndose en su camino, a lo respondió con un manotazo – ¡¡No!! ¡quítate de en medio!
– por favor, Cris…
– No me digas más por favor – le reprendió señalándolo con el dedo.
– Sabes que está muy mal visto que un androide señale con el dedo a su dueño, Cris, y yo no quiero ni perseguirte ni acosarte.
– Pues…, pues vete con él.
– No la formemos y volvamos a casa.
– Mat… ésta me la pagas… – amenazó Cristina ante la mirada atónita de Mateo y aceleró el paso para no ser alcanzada por él. Sin embargo coincidieron en el ascensor del edificio y ella sin mediar palabra le metió dos ostias impresionantes. El agredido no daba crédito y sin habla, que meditabundo, no osó interrogarla por los golpes y se dio cuenta de que ésta respuesta estaba justificada por los vergonzosos y mezquinos comentarios que habían hecho los dos hombres. Al abrirse la puerta del ascensor Cristina salió del mismo rápidamente y se dirigió a la entrada de la casa sin esperar a Mateo, cogió sus llaves para abrir y corriendo se metió en su cuarto. Mateo se sentó en el sofá desanimado. Ella se desplomo en la cama y empezó a sollozar como una niña abandonada. De repente él se puso nervios y triste. No sabía cómo consolarla, si viéndolo a él se podría consolar o simplemente tenía que dejarla sola. Entonces se acercó a la puerta de su cuarto y dudando si llamar se sentó en el suelo del pasillo lo más cerca de ella posible, sin molestarla. Se quedaron así hasta la hora de cenar.
Cristina, que ya llevaba un tiempo sin sollozar, salió de su dormitorio y tropezó con algo: Mateo estaba aún sentado en el suelo. Tremendamente sorprendida exclamó – ¡¡pero qué haces hay tirado!!
– No, nada.
– ¡Mateo, eso no es una actitud muy normal!
– Bueno solo… solo…
– Mateo ¿estás bien?
– Yo…, lo siento Cris, ¡lo… lo siento de verdad! – se disculpó sin poder aguantar el llanto. Era la segunda vez que ella veía a Mateo llorar pero se sentía como si fuera la primera porque en esta segunda ocasión no hubo un abrazó después de la descarga emocional por lo que todo tenía un color diferente. Mateo se tapó la cara con una mano mientras con la otra se apoyaba en el hombro de ella. Ésta suspiró y sentenció mirando inquieta de un lado al otro – Mateo esta vez no tienes justificación – y le quitó la mano del hombro y le retiró la mano de la cara. Se apoyó en la pared y se volvió a tapar con las manos la cara. Cristina se volvió hacía el hombre que había estado allí esperándola durante horas y le dijo acusándole con el dedo – pero ¿en qué pensabas?, ¿es que crees que no tengo alma, que tenemos alma? Si fuéramos personas eso que hiciste se llamaría acoso sexual, y no me digas que no te reías como un asqueroso machista ¡te reías! – le gritó Cristina agitando los brazos como si quisiera decir “eres ridículo en todo lo que haces o finges para parecerlo” y él sintiendo lo que expresaba su mirada balbuceó – Cris, yo… Y ella esquivó con – No Mateo, voy a ponerte la comida. Él se quedo llorando y ella se puso a preparar la sopa.
Antes de cenar Mateo había dejado de llorar y fue a la cocina para disculparse:
– Cristina sé que te he defraudado,…
– Y mucho. Me has defraudado. Y mucho.
– Me dejé llevar por…
– ¿Siempre te dejas llevar? ¡uuf! ¡Otra vez ese olor a podredumbre! ¡A ver si hay algo que está pasado en el frigorífico! – cambió de tema Cristina obsesionada con ese olor que no le dejaba en paz. Mateo prestamente miró en el frigorífico pero todo estaba bien – Será algo de fuera, Cris. Volviendo a lo que ocurrió antes. Actué así porque si me oyen tratar a una máquina como a una persona, a los dos nos tomarían por estropeados de la chaveta, a mi me mandarían al loquero y a ti… bueno qui… quizás te desmantelarían para siempre.
– ¿De… de que hablas?
– Por eso, hice el paripé de reírme y no le paré los pies a Daniel.
– ¿Por qué?
– Porque, te lo vuelvo a decir, creía que a mí me encerrarían como a un loco y a ti te desmantelarían. Como me dijiste no hay leyes que defiendan a los androides de sus dueños porque nadie…, y digo bien, nadie puede pensar que lo que yo estoy experimentando contigo sea posible. Nadie, que lo sepas, nadie puede creer que tengas alma… Puede que realmente esté loco. Ella se echó a temblar y él le animó – Cristina no… – reaccionando como si fuera a caérsele al suelo – Ma… Ma… SÉ QUE NO ES ASÍ, NO ME LO TRAGO. AUNQUE QUISIERA AHORA ENGAÑARME, Y CRER QUE SOY LA QUE PROGRAMARON, NO PUEDO PORQUE YA HE DECIDIDO TOMAR ESTE CAMINO. ASÍ QUE NO ES COMO TU DICES… YO…, YO…, YO TENGO ALMA, MATEO, TENGO ALMA. SIENTO Y PADEZCO. Por eso me duele lo que le está haciendo a esa ginoide. Prométeme por eso que me ayudarás en combatir estas vejaciones y que no te convertirás en un déspota como tu amiguito, ni entrarás en esos juegos machistas porque esa mujer, mi semejante, nos necesita.
– Cris, mm…
– NO, NO TE VOY A ADMITIR QUE AHORA ME LO NIEGES. NO SÉ… NO SÉ LO QUE ME PASA ÚLTIMAMENTE PERO NO USO LA LÓGICA DE ANTES. DESDE HACE POCO TIEMPO SIENTO QUE TENGO ALMA. NO SÉ CÓMO TE PONDRÁS TÚ, NI CÓMO SE PONDRÁN LOS DEMÁS CON ESTE SENTIMIENTO CUANDO SE ENTEREN DE ESTA ALTERACIÓN, PERO SI TE DIGO QUE DESDE ESTA FACETA AFECTIVA VOY A INFORMARME DE TODO LO ACONTECIDO, BUENO O MALO, CON ANDROIDES. Y ÉSTA SERÁ MI CAUSA. TE GUSTE O NO. Y ESTO NO TIENE NADA QUE VER CON NUESTRO AMOR PERO NECESITO TU APOLLO.
– Cris…
– Mateo no me lo vallas a negar.
– Cris con sigilo, voy a recomendar a mí secretaría del trabajo para otro puesto, te vendrás después a trabajar conmigo, serás mi secretaria.
– ¿Mateo para qué?
– Necesitas un ámbito social en el que seas respetada – se dirigió al salón para pensar en cómo proponérselo a la empresa, mientras ella sorprendida – Mateo ¿a dónde vas? Esa idea es buenísima.
– Tengo que pensar como lo voy a hacer – contestó desde la habitación contigua. Mateo estaba con el portátil en el despacho preparando el trabajo para el día siguiente, ella le avisó que la comida estaba preparada y él le contestó casi mal humorado por la interrupción:
– un momento Cris.
– ¡Mateo no me hables en ese tono! – saltó también malhumorada.
– Perdona, es que estoy empecinado con esto y me ha salido un mal instinto, es para organizarme el tiempo de mañana y hacer las gestiones necesarias para tu incorporación al trabajo lo antes posible.
– Ah, vale, oriéntame en lo que estás haciendo y te lo termino yo, que tú tienes que comer.
– Vale, un momento, escucha. Y Mateo le enseñó cómo se introducían al programa calendario los datos a la vez que terminaba de redactar el correo para la reubicación de su secretaria. Después de comer Cristina insistió – ¿seguro que podrás hacerlo mañana?, tienes la agenda muy apretada.
– Mañana o pasado mañana.
– ¡¡¡Ichhh!!!
– Cristina haré lo posible para gestionarlo mañana, ¿Vale?
– Vale Mateo, es que estoy aún un tanto convulsa.
– Y yo, y yo… bueno estamos muy cansados, vámonos a la cama, tendremos un sueño reparador. Se fueron a la cama y ninguno podía dormir. Ella había pasado un día malísimo pero al pensar que seguramente todo sería como aquella vez que le miró a los pechos se tranquilizó: Mateo le comprendería y le respetaría, aunque parecía que se había portado fatal con las dos estaba claro que estaba decidido a ayudarle en todo lo que pudiera. Él, por su parte, no paraba de pensar en que era necesario hacer de mediador si la cosa se ponía demasiado tensa; que la apoyaría pero que no debía permitirle todo. Los dos recordaban la primera ley “ayudar al hombre – ayudar al prójimo”, la primera es ley de la robótica, la segunda es ley de la moral. Al final los dos se durmieron, pero Mateo un poco después pensando que podía acabar todo muy mal…
Al día siguiente a la vuelta del trabajo Mateo sentía no haber podido sacar tiempo para solucionar lo de Cristina por lo que venia algo desanimado. Cristina le recibió con un saludo y le preguntó – ¿vas a hacer algo con el portátil o te lo dejo allí?
– No – dijo dándole el portátil y se disculpó – mira, no he podido hacer eso. lo siento…
– ¿Mañana?
– Si, cariño…
– No me expliques más, vi tu agenda de hoy. Te pongo el portátil en el despacho mientras vas al cuarto a cambiarte y te lo organizas para mañana. Comprendo, como me dijiste que a veces te salen eventos de última hora y tienes que acudir sin falta.
– Gracias por la comprensión – se pusieron a introducir los datos en el portátil y cuando finalizaron la tarea ella le comento que había estado tal como planearon todo el día conectada a internet, buscando argumentos para defender su causa, a lo que él dijo con socarronería a la vez que con un poco de miedo – hija, no intentes descargarte todo internet que no te va a entrar en la cabeza.
– Sí, no te burles, solo he sacado unos artículos…
– Enséñamelos, o…
– Con extensiones que yo uso.
– Ah, entonces ya has memorizado los artículos y las direcciones web en las que aparecen.
– Sí, te las voy a abrir de una en una desde el portátil. Creo que hay tres a resaltar. Y así lo hizo. La primera decía así:
El Bum de los Androides en los Sectores de la Construcción y de los Servicios.
Desde principios de la década del 2000 en que los ingenieros empezaron a estudiar las aplicaciones de los androides en el mundo laboral y relacional y empezaron a trabajar cómo mensajeros de algunas empresas importantes en Japón. Ha pasado solo 3 décadas y en la actualidad los androides, cada vez más frecuente, ocupan parte de los tres grandes sectores de empleo. Las principales potencias mundiales ya emplean en el sector de la construcción un porcentaje elevado de esta novedosa mano de obra, calculándose que asciende a un margen del 54% al 62%. En el sector de la hostelería a uno del 43% al 58%, aunque como cocineros apenas se le emplean porque la mayoría de los empresarios se niegan a emplearlos apelando al tacto que hay que tener para preparar un buen plato y controlar varios fuegos; creen que es demasiado para la I.A. Por otro lado en el sector transporte la horquilla oscila entre un 35% a un 44% sin incluir, claro está, los sistemas de seguridad al volante, como son los de control de frenos…
El segundo artículo decía:
Hombre cae en una depresión por la pérdida de su ginoide.
Tras el robo del pasado Jueves de una ginoide su dueño cae en una profunda depresión. Las autoridades ya han empezado la búsqueda sin obtener resultados y cuyo paradero se ignora. El dueño gravemente afectado ha sido ayudado por el equipo de traumas psicólogos…
Y el tercer artículo que le enseño anunciaba lo siguiente:
Mafias que roban androides por la calle.
Ayer mismo hubo uno de tantos robos de un androides como se está produciendo en los últimos tiempos. Las autoridades tienen pruebas de que hay mafias que se dedican a este tipo de robos o timos ya que la mayoría de estos hurtos empieza por lo que parece un accidente de tráfico, luego uno de los estafadores se acerca a un androide en las proximidades apelando a la primera ley de los androides, el imperativo de ayudar a los humanos, y así comienza el timo.
A lo que Mateo impresionado dijo – y tú esto te lo has tomado calentito.
– ¿Qué?
– Digo que todo esto te debe afectar.
– Bueno, la verdad es que sí, pero después he estado leyendo sobre otro tema y se me ha pasado el susto que tenia – dijo Cristina mirando hacía abajo.
– Bueno, vamos al salón y me dices que más has leído – allí se pusieron a hablar sobre otro tema, del que ella se había informado por internet, paleontología. Mateo le contó que desde niño le había interesado el tema. Él no cayó al principio pero ella le recordó que el sábado anterior cuando estuvieron en el Museo del mamut de Barcelona hablaron de los dinosaurios, de trilobites amonites y demás seres prehistóricos. Al día siguiente por fin consiguió iniciar el trámite del traslado de su secretaria. Al llegar a casa Mateo informó a su ginoide, ésta le dijo que casi no había encontrado nada más sobre su causa en internet, solo un par de casos semejantes a los del día anterior. Al final siguieron hablando de paleontología, de lo que también buscó información.
El fin de semana en medio de una conversación él le preguntó con cierta sospecha:
– aparte de cosas relacionadas con la prehistoria y los acontecimientos con androides ¿has buscado algo más por internet en estos días?
– Bueno, me… me he informado, sobre… mmm…, sobre… sexualidad. Le costó decir.
– ¡¿Qué sabes?! ¡¿Cuánto sabes?!
– Bueno, bastantes cosas, algunas ni las entiendo.
– ¿Como qué? ¿El tipo de emoción? No la consigues ubicar.
– ¡¡Sí!!, sí será eso.
– No, dime qué piensas, qué has entendido.
– di… dicen que es bueno pero también me he enterado de que las mujeres pueden sufrir contracciones musculares que se esparcen por el cuerpo ¿es eso romántico?, ¿es eso bueno? – indagó Cristina con timidez.
– Eso parece, ya lo entenderás si empiezas a sentir esas cosas.
– Supongo, aunque me parece que es algo brusco – afirmo Cristina algo asustada.
– Eso tiene su parte brusca y también su parte tierna.
– ¡¡¡“tha”!!! – chasqueó la lengua y cambió de tema – Y ese, Mateo, ese tipo me pone negra, ¿sabes cómo lo pasará su ginoide, la de ese amiguito tuyo? Ella está programada como yo, intentará defenderse de sus abusos pero la maltratará, seguro que la maltratará y la manoseará; y yo no puedo ayudarla. Mateo tienes que…, por favor haz algo.
– Cristina yo te trato bien porque soy honesto pero no hay leyes actualmente que nos amparen, y aunque a veces a mí también me entren ganas de cogerlo y ponerlo firme en una mala esquina, no puedo porque a mí me encierran y a ti te desmantelan. Y no vamos a acabar así, ¿vale?
– Ma…
– Cris, te dije que con sigilo – le recordó Mateo metido en su papel de mediador. Ella seguía muy triste por su semejante ginoide. Mateo propuso poner música de relajación a lo que ella accedió. Y se pusieron a escucharla y al final acabaron charlando de una cosa y de otra, así solían pasar las horas los dos.
Llego el domingo 1 de Febrero del 2037, día en que Mateo volvió a llevar a Cristina al barrio donde se crio, a una zona que ella no conocía por lo que le ilusionó mucho acercarse a esos rincones del pasado de Mateo. Éste, como la otra vez, comentaba cada zona y besándose de cuando en cuando. Él sorprendido de estas muestra de cariño esclamó – ¡vaya, ya hacía tiempo que no me besabas!
– Perdona Mateo, creo que he culpado a la humanidad y a ti de lo que hace ese Daniel con su compañera de piso – refiriéndose a la ginoide de Daniel.
– las personas también nos enajenamos así, es normal.
– eso no quita que sea indebido, lo siento Mateo.
– yo ya te he perdonado Cris, yo ya te he perdonado – la tranquilizó besándola en la frente.
El lunes Cristina se topó con un blog de internet llamado: “Amigos de los Androides”; el encuentro le lleno de curiosidad; en él se hablaba tanto del trato entre humanos y androides como de últimas noticias relacionadas con los robot androides y ginoides y, las mejoras de HardWare y SoftWare. Todo se contaba con una gran naturalidad; los que escribían este blog hablaban del trato con sus parejas y amigos androides y ginoides, a los que a veces también ayudaban incluyendo algún párrafo con consejos y experiencias vividas. A Cristina le encanto leer comentarios de sus compañeros androides y ginoides, y se alegró comprobar que todos, todos, compartían su causa y que eran muchos los “followers” apuntados a este blog. Mateo llegó a casa y ella sin perder tiempo, exultante – ¡Mateo! ¡¡He visto un blog genial, es de la gente como nosotros!! ¡¡Parejas como tú y yo!! ¡Se llama “Amigos de los Androides”, y…!
– ¡ay hija! ¡que vengo muerto! – dijo Mateo con toda sinceridad.
– ¡¡¡Mateooo!!! – refunfuño Cristina con voz infantil.
– Un momento, que voy a cambiarme y a darme un respiro, que la oficina hoy estaba que ardía.
– Sí, anda que echaríais más humo por las cabezas que los ordenadores; y eso sin contar con los cigarros. Mateo se cambio de calzado y se quitó la chaqueta. Fue al encuentro de Cristina; en el salón no estaba –¿Cris, dónde estás?
– Aquí, en el despacho – allí Mateo la vio pegada al ordenador – ¿Cris has estado así todo el día? ¿No necesitas un tiempo de refresco como yo?, insinuó.
– ¡¡Ahichh!! Bueno, mmm… sí, vale, tienes razón Mateo.
– Cris, entonces apágalo, y cuéntame tu hallazgo en el salón. Fueron al salón y se excusó:
– Tendré tiempo de ver ese blog el fin de semana y aportar comentarios de nuestra experiencia si se da el caso.
– ¡Ay, qué bien! ¿Y yo le puedo hacer uno también?, ¿o los dos? ¿Compartimos tu E-mail?
– Sí, y así de paso aprovechas y me abres los correos y haces una pequeña criba, que yo leeré lo que me dejes en el E-mail.
Tras darle la dirección del correo electrónico se pusieron a hablar del blog “Amigos de los Androides”; ella estaba ilusionada con el hallazgo, al parecer había más gente que estaba dispuesta a lucha dialécticamente por su causa. Al miércoles siguiente Cristina leyó en éste blog una crítica hacía los malos instintos que solían descargar algunas personas con sus androides, por lo que Cristina decidió escribir un comentario sin contar con Mateo:
Hola soy una ginoide TEMI y me parece estupendo todo lo que hacéis por entendernos y por que nos entiendan. Por supuesto tengo que deciros que por supuesto he consultado con mi chico si podía escribiros. Él es muy bueno y comprensivo conmigo; me trata con mucha dulzura y me entiende muy bien. Lo que no me parece coherente es que sea amigo de una persona que tiene una TEMI a la cual le mete mano abusivamente (sé que ni ella ni yo estamos preparadas para estas situaciones), tengo la clara impresión de que la fuerza a ello. Él nunca la saca de su casa e incluso, al parecer, sospecho, que ni siquiera la trata bien, ni le tiene el más mínimo respeto. Confieso que me da miedo que mi chico acabe siendo como él. Necesitaría una orientación sobre este tema y si alguien se encuentra o a pasado un caso parecido estaría muy agradecida de contar con vuestra experiencia y cómo lo resolvisteis como ginoide. ¿Estoy siendo demasiado cobarde al dudar de mi chico? ¿Es normal que tenga tantas dudas con él? Este miedo con mi chico no lo tenía desde el tercer día de mi existencia que mi chico me miró demasiado el cuerpo y me perturbó.
Pero aparte de eso lo que más me preocupa, porque creo que su situación es más grave, es la que vive la ginoide del amigo de mí chico, a la que me gustaría conocer y ayudar de verdad en lo posible, pero no sé cómo. Agradecería que me dierais alguna indicación para ayudarla.
A la tarde no pudo evitar contárselo a Mateo y éste dijo que lo quería leer, a lo que ella contesto – No, yo te lo cuento.
– ¿Quieres esconderme algo?
– Noo, es…, bueno, dije que me miraste al principio de nuestra relación de una forma especial, espero que no te ofendas pero... sentí miedo, intimidación.
– Lo siento, lo siento mucho cariño. De todas formas me gustaría ver el comentario. Por favor, no publiques cosas de mí sin hablarlo antes – le rogó Mateo a Cristina.
– Bueno pero es la verdad.
– ¡Pues…, tengo que decirte que la empresa que te diseñó es de mentalidad tan antigua como tú, por eso tienes esas ideas tan desfasadas! – dijo enfadado Mateo.
– ¡¡¡Quééé!!! ¡¿También vas a repróchamelo?! ¡¿Cómo se te ocurre?! – dijo Cristina elevando el tono.
– Cristina, lo siento, pero tengo que guardar las formas porque puede afectar a mi puesto de trabajo – suavizó Mateo su tono de voz para no ofenderla.
– ¿Por qué? ¿No sois así de naturales, de modernos?
– En las empresas no y que no se diga que lo he dicho yo – Cristina se quedó un poco liada, no sabía porque a veces sí y a veces no. Mateo leyó el comentario de Cristina en el blog “Amigos de los Androides” y le comentó a Cristina – no dices ningún nombre, cosa de la que me alegro, aunque habrás tenido que enviar mi dirección de correo electrónico y podrían dar con mis datos.
– ¡Mateo, yo no he dado tu correo! Solo te he revisado el correo como me pediste.
– Tuviste que dar mi correo, ¿no?
– No, solo un nombre, el mío.
– Entonces has dado solo tu nombre ¿no? Sigo con otro asunto: lo de mi amigo, bueno, lo de mi amigo es algo que tengo en duda desde hace tiempo – matizó Mateo refiriéndose a que de verdad fuera su amigo –, lo de ese hombre es una brutalidad y no podemos hacer nada por cambiarlo, lo siento mucho. Para ti esto debe ser una crueldad y lo entiendo. No soy como él, quiero que te quede muy claro, y cuando te digo todo esto creo demostrarlo. Tú misma afirmas en el encabezado que te trato de igual a igual y que además te trato con mucho cariño, cosa, que sabes no va a cambiar. Cristina, disculpa que sea insistente, perdóname por haberme reído aquella tarde y por aquella miradita. No sabía hasta donde te iba a afectar.
– Mateo, ¿de verdad me quieres?
– Sí.
– ¿Por qué me miraste aquel día?
– Estabas cerca, sentí cariño y ese mal impulso; supongo que vivía tan solo que los sentimientos se me acumulaban y acabé con un deseo demasiado fuerte, pero no te voy a hacer nada sin tu consentimiento – dijo mientras se le escapaba una fugaz mirada a sus pechos.
– Mateo, ¡esos ojos!
– Son bonitos – dijo mientras se ponía a sacudirse los parpados – los…, ¡ay!, perdona – se disculpó mientras se le escapaba otra miradita.
– ¡Mateoo! – dijo ella cubriéndoselos con un brazo.
– Perdona cariño, perdona, ha sido otro acto reflejo – insistió sin volver a mirar a ningún sitio indebido.
– ¿porque tienes que tener esos actos reflejos?
– No sé, es instinto.
– ¡¿Lo lleváis en las venas?!
– No es tan malo Cris.
– ¡¡Eso…!! Mhh…
– Ya… bueno, lo siento, soy un golfo – se produjo un silenció y Mateo agregó – voy a apagar esto ahora y si te parece seguimos hablando en el salón – una vez allí pregunto con curiosidad Mateo – ¿cómo lo pasaste aquel día?
Cristina izo como si soltara una bocanada – Mateo esos son los dos días más tristes de mi vida.
– Lo siento – dijo reamente preocupado Mateo.
– No… en esos momentos no consigo entenderte, es… como si se rompiera todo el cariño que te tengo.
– Lo siento Cris de verdad – luego se produjo otro silenció y Cris dijo – ¿algo te huele raro?
– No, a mí no.
– se ha ido el olor.
– hablemos de otra cosa Cris, quieres que el sábado que viene vayamos a ver las Vistas del Museo Olímpico.
– Bueno – y así lo hicieron. A la semana siguiente como siempre ella se informo del tema al que se refería el Museo. El Lunes al llegar Mateo, estuvieron hablando de la visita que hicieron y también como todos los días se ponía al corriente de lo acontecido con los androides y visitaba el blog “Amigos de los Androides” del que recibieron un E-mail:
Hola Amiga Cristina.
La suya es la prueba de que realmente tienen sentimientos y curiosidades individuales. Le escribimos por su comentario del Martes 4 de febrero del 2037, en el que creemos haber entendido que es Ud. una ginoide que por propia iniciativa ha entrado en nuestro blog Amigos de los Androides en el que nos contaba los posibles problemas que tenía una compañera de vuestre cadena de producción, por así decirlo.
Le debemos orientar. Según la legislación actual no hay medidas legales contra aquell@s que se aprovechan de modo indebido de los androides y ginoides. Sin embargo nosotros, como muchas más personas, pensamos que debería haber al menos un organismo defensor del androide o por lo menos que existan leyes que os convierta en ciudadanos de plenos derechos. Hasta que llegue ese día tendremos que seguir resignándonos.
No obstante sabemos que el problema es grave y quisiéramos informarnos mucho más en próximos contactos. Nos puede escribir al E-mail: amigosai@amigosdelosandreoides.es. También tenemos que decirle que más adelante recibirás otro correo electrónico nuestro.
Por otro lado creemos que no debe preocuparse por su dueño, o como creemos haber entendido, pues Ud. le llama su chico, si éste hasta hoy le ha proporcionado afecto nos parece que lo más normal es que ahora no cambie, aunque no sabemos en qué nivel este amigo suyo le influye, debemos decir que aún no contamos con expertos de la psicología programador para orientarnos en estos ámbitos, esperando que pronto se una a nosotros uno de estos especialistas.
Sin nada más que decirle reciba un saludo de sus amigos del blog Amigos de los Androides.
Cristina se quedó perpleja con la carta. Por un lado la trataban de amiga, le decían que se daban cuenta de la gravedad y le aconsejaban sobre su chico, al que llamaban su dueño. También le asesoraban que no había leyes a las que atenerse, que debía resignarse y que no sabían hasta qué nivel la actitud de Daniel podría afectar a la de Mateo, cosa que le preocupaba profundamente. Cuando él llego ella le conto lo de la carta. Él dijo – ¡ah, te han contestado!.
– ¿Tan raro es?
– Bueno creí que solo hacían el paripé.
– ¿Crees que nadie está de mi parte?
– Cristina yo me he puesto de tu parte.
– Mateo ¿de verdad?
– Cristina eres lo más maravilloso que me ha pasado; un besito que voy a soltar la chaqueta – Cristina omitió el beso.
– Quisiera leer la carta.
– Mejor te lo cuento yo.
– Cristina, no dudes, no te critico, estoy muy contento de que hayas encontrado tu causa, de verdad, quiero saber todo lo que tú has averiguado sobre ello – una vez acomodado fueron al ordenador y abrieron el correo para que él la leyera. Al terminarla de leer comentó – no temas, esto esta estupendamente. Creo que si fuera un truco no dirían que no tienen psicólogo todavía…,
– ¡¡Que truco!! – Sorprendida exclamó.
– Podría ser un truco para raptarte y sigo pensando que hay gente que considera que esto es un peligro.
– ¡¡pero…!! ¡¡¿que es peligroso?!!
– mmh… prométeme que aunque a veces te sientas como una esclava no harás daño a un ser humano.
– ¡Mateo yo no voy a hacer daño a nadie! pero se lo están haciendo a otra persona, o ginoide, pues se nos llama así, ¿no?, como yo. Y a mí eso me preocupa día y noche, y tú que eres la persona a la que más quiero, te ríes, sí te ríes. ¡Es que…! ¡Es que no tienes ni un ápice de comprensión!
– Perdóname, lo siento cariño – dijo entristecido y arrepentido Mateo.
– ¡Es por este trato vejatorio por lo que realizo esta búsqueda de apoyo; ésta es mi causa, entiendes! ¡Ésta es mi causa! ¡Cómo puedes estar tan ciego!
– Vale, te tengo que ayudar.
– ¡No me digas eso ya me lo dijiste! ¿Te fías de mí?
– Maldita sea. A los humanos nos crían con el miedo en el alma, y por eso nos volvemos peligrosos, por miedo. Sé que podéis ser mejores que nosotros.
– Mejores no, porque nos habéis hecho con lo mejor de vuestra esencia, la que ustedes también tenéis – entonces se produjo un silencio, ambos se miraron y se sonrieron, se besaron y él agachó la mirada confesando – No estaba preparado para afrontar esto.
– ¿El qué?
– tal vez pensé que no me enfrentaría a tanta gente por ti.
– No es tanta gente. Dime ¿es que no recuerdas nuestro capullo de rosa roja?
– Sí, sí claro. Claro que sí cariño.
– Qué piensas de la carta.
– Es estupendo, mmm… Todavía me da vergüenza haberme reído. Me parece normal que estés inquieta con el tema pero esto lleva mucho…, pero que mucho tiempo conseguirlo; no sé cómo se lo planteara esta gente del blog, es muy difícil cambiar las leyes sino estás en el poder y nuestra lucha la empezamos desde lo más bajo, mmmm… Tenemos que conseguir pruebas de que tú puedes generar SoftWare y HardWare para crear a androides y ginoides con las mismas funciones fundamentales de los seres humanos que se definen por tener tres funciones fundamentales: la alimentación, la cubres en teoría puesto que te alimentas energéticamente; la relación, la cubres en tus necesidades interpersonales y morales; y la reproducción, aunque todavía no lo tenemos comprobado en teoría podrías tener descendencia androide-humana.
– Sí, Conozco mi ingeniería de planos pero hay un problema: no tengo el instalador de mi programación.
– Quiero escribirles. Hagamos un escrito entre los dos; primero un borrador y lo discutimos –. Mateo abrió el procesador de texto y tecleó: “Hola amigos somos Cristina y su chico”. A ella se le escapó una sonrisa. “Os escribimos porque…” entonces Mateo interrumpió diciendo – a mi me gustaría hablar de sexualidad contigo.
– ¿Mateo no estábamos con eso? – le indicó Cristina señalando la pantalla.
– ¿Es que no sé si esa información nos va a hacer falta para comunicar en esta carta nuestra situación? Además llevamos mucho tiempo sin tocar el tema y me gustaría que volviéramos a hablar del tema como lo hemos madurado en nuestras cabezas.
– ¿Pero tienes que tocarlo? Además para montar una ginoide no hace falta eso –. Casi llego a pensar que él no cambiaría nunca.
– No, era por tantear qué nivel de aceptación vas teniendo sobre el tema; aun que ya veo que no ha variado mucho.
– Ah, pues es verdad no ha cambiado mucho desde la última vez que lo comentamos, pero sí es cierto lo que te dije, que me había informado.
– ¿Qué sabes?
– Te hablé lo de las contracciones, cosa que espero se puedan controlar…
– No, tengo entendido que el querer controlarlas puede hacer que te sientas mal.
– Mateo no me metas miedo que ya estoy lo suficiente asustada con el tema; me sigue pareciendo muy brusco lo de las contracciones, entiéndelo.
– Cristina no temas – dijo él cogiéndola de la mano mientras ella le observaba con recelo – Mateo si me quieres mostrar apoyo te lo agradezco pero como intentes una jugada te cruzo la cara.
– Tranquila Cris.
– Qué… qué quieres saber.
– No…, no lo sé, tienes miedo.
– Un poco.
– Que… – le hubiera gustado decirle “quiero besarte” pero se contuvo y continuó – bueno más vale que te suelte.
– Mateo… me reconforta que me entiendas – suspiró Cristina sin saber si deseaba que le cogiera de la mano o que se la soltara. – ¿Qué era lo que querías saber? – Entonces Mateo le echó una de sus miradas y ella dándose cuenta le reprendió – ¡Mateo no empieces!
– ¿De qué te has enterado?
– Mateo he hecho “comprensión de texto” de todo un sitio web que abordaba el tema; me he enterado de lo que son las zonas erógenas, de la importancia de la sensibilidad cutánea, el coito y del orgasmo; de algunos juegos…, como lo diría…, de la relevancia del juego erótico, cosa que quizá entiendas porque no es un asunto puramente animal o instintivo.
– Vaya, ya te puedo dar pellizquitos en la cintura. Dijo guasón.
– Bueno, para eso sí estoy programada.
– No me lo digas dos veces que me hago el moscardón.
– ¡¿No…?!
– ¡¡Ayyy!! – bromeó Mateo acercándose a ella y rodeándole la espalda con el brazo mientras ella le miraba la cara de bueno que ponía y entonces él le pellizcó – ¡¡ay!! ¡Mateo! ¡no! – y empezaron a darse pellizquitos mutuamente. Ella se reía de verdad y entre risas pronunció – para, para un poco. – Él se detuvo. – No me refería a ahora, pero bien está, gracias por intentar amenizarme; el tema qui… – ella miró con al suelo bien por vergüenza bien porque estaba en una nube. Mateo le levantó la cara y la acarició – Cristina te quiero ¿lo sabes? ¿verdad? – a ella se le había subido la temperatura de la cara.
Él la besó. ella tenía miedo pero no sabía cómo reaccionar; él la volvió a besar. Él implorante dijo – Cris –. Ella irrumpió en sollozos y Mateo apaciguador dijo – Cris, ¿Qué…?
– Quería sentir los besos como tú los sientes y sentir como me desgastaba los labios contigo pero… sinceramente sigo sintiendo miedo, me han podado el alma – dijo temblando y sollozando. Él le abrazó, le acarició, la arrulló como a una niña, su niña que era; ella le besó como supo, despacio y dubitativa. Él, impulsivamente, le abrazó, tal vez demasiado fuerte, y le besó en la frente. Ella no podía reprimir su llanto. Mateo le pidió – deja de llorar cariño, deja de llorar.
– No puedo. Soy una chica maldita, no puedo imaginarme…
– ¿Qué?
– …No puedo imaginarme desnuda en tus brazos, si no tuvieras ese deseo…
– Madre mía, cómo me lo arranco, si el deseo fueran escamas tendría de dónde tirar; no fue esa mi intención.
– No, no Mateo, tú querrías besarme más y a mí…, yo, yo no estoy programada para ello. Aunque me empieza a parecer lo más normal del mundo… Tengo miedo de ello, No sé, no sé qué hacer.
– Dime, cuenta.
– Un día soñé, bueno creo que soñé como los humanos, que estábamos los dos desnudos abrazados y que la sexualidad no importaba; así sí podría desnudarme delante de ti.
– Cris, sé que no es tu culpa, ojalá la empresa hubiera pensado menos en la política utilitaria para diseñar los sensibilidad de los TEHIs y de las TEMIs, pero no…, no voy a desistir, no voy a hacerte daño pero… me hace falta…; sí digo bien, me hace falta la sustancia pasional y creo que si fueras humana pensarías lo mismo; quizá si no te produjera tanto miedo podrías avanzar en el reconocimiento de “tu humanidad” por parte de la gente. Siento ser duro. Cristina hizo como si expulsara el aliento – ¡¿me estás diciendo que no voy a ayudar a mi amiga hasta que no me acueste contigo, que no voy a llegar a ser completamente humana sino pago ese peaje?! ¡¿Me estás comprado por segunda vez?! – dijo enfurecida.
– Si un beso apasionado entre un hombre y una mujer no es humano, a ver si no qué lo es. Y ellos, la gente como Daniel, no quieren la pasión, y como tú dices, no compran por segunda vez porque no esperan esa transformación, ya que lo único que le interesa del producto, si os llaman producton, de su compra es la satisfacción egoísta.
– ¡Ah! pero ¿me estas comprando?
– Tú misma me has dicho que accederías al beso, si tu programación te lo permitiera ¿no?
– Ma… Mateo me prometiste dos años de relación sentimental antes de llegar a “eso”.
– bueno me he pasado pero no me salgo del tema; Es que ya creía que podrías besarme más, es que me he puesto así…, ¡es que soy un capullo!
– Entonces ¿para qué te adelantas, por qué no esperas?
– Mira, lo que te he querido decir es que la gente se besa con pasión cuando se quieren e intento quitarte eso que nosotros llamamos tabú sexual porque hoy en día se admite que forma parte de una vida plena; ya pasó el tiempo de tratarlo como pecado; no te lo tomes a mal, sabré esperar, ya se dará.
– Mateo yo no puedo, por eso lloraba y no antepongo mi problemática a la seguridad de ésta mujer: esto no se puede dejar atrás como si fuera cualquier cosa.
– ¿No vas a tener una relación normal hasta que tu amiga este libre? Pero si no se le puede liberar, no hay leyes que la ampare. Perdóname de nuevo te estoy forzando, lo siento, de verdad, lo siento.
– Mateo, está bien. ¿Qué quieres escribirles a los del Blog?
– Que estás bien, que estás bien conmigo.
– ¿Y para eso necesitas hablar de sexualidad?
– Quería decirles que estábamos preparándonos para afrontar lo que parece el reto sexual; que yo jamás te ofendería, obligaría o humillaría como esclava: nuestra relación se fundamenta en la igualdad y la libertad. Lo que no sé si ellos comprenderán que yo no te lo reclame insistentemente sin más.
– ¿te fuerzas a pedírmelo por ellos o es que me deseas demasiado?
– Soy un estúpido, lo necesito, aunque solo sea uno, uno no más, un beso apasionado.
– Vale – accedió ella y sin dejarle mediar palabra le abrazó fuertemente y estrujó sus labios contra los de él. Él respondió, si cabe, con abrazos más intensos y empezó a entrelazar sus labios a los de ella y cuando se quisieron dar cuenta los dos se comían a besos. De pronto ella interpuso sus brazos retirándolo. Él se detuvo y le tomó las manos para besárselas con devoción. Ella estaba aún atónita – Mateo, Mateo me ha encantado, no sé, me da vergüenza, pero tengo que reconocerte que me ha encantado.
– Tenemos que difundirlo por toda España que tú, una ginoide, que ha sido programada para no sentir ésta pasión, la sienta. Esto va a sonar más que cuando la roja ganó el mundial –. Su estado eufórico le permitía hacer este tipo de bromas.
– Yo…, Mateo…, de…, de verdad vas a publicarlo.
– Te digo lo que pienso: si al publicarlo se ve lo que yo he sentido, esto puede ser una prueba de que estás saltándote tu programación a la torera, por lo que se deduce que tienes libre albedrío. Por cierto tenemos que practicar más – dijo relamiéndose.
– ¿De…, de verdad, de verdad te ha gustado?
– Eres mi tesoro – dijo Mateo acariciándole la cara. Ella le beso y acabaron otra vez fundidos en un abrazo sin saber cómo. Luego ella se recompuso y le dijo que dejara el ordenador porque era hora de comer.
Al día siguiente Mateo regreso cansado del trabajo. Cristina le recibió con un beso carnoso y le ayudo a acomodarse; después de comer Mateo se puso a redactar la carta. Cristina a su lado seguía atenta lo que escribía:
Hola amigos soy la pareja de Cristina TEMI.
Os escribo porque queremos informaros de que entre nosotros dos todo prosigue bien. Hemos hablado de sexualidad y Cristina se lo va tomando con más naturalidad. Ejemplo de ello es que ya nos damos besos apasionados para los que Cristina no estaba programada de esa manera porque el programa instalado es para aprender vicariamente de nosotros los humanos y ella ya va mas allá: los da de maravilla, y por iniciativa propia. Yo, que me he visto envuelto en las aventuras por internet de “mi chica Cristina” estoy muy contento de sus logros en el plano del “sentir” personal, que está desarrollando, lo que me motiva para mimarla más si cabe.
Hablando del que se suponía mi amigo, cada vez le cae al que os escribe más gordo (Cristina está aquí conmigo y está leyendo lo que os mando y se lo agradezco puesto que esto indica un gran apoyo mutuo). Como os decía este supuesto amigo y yo ya hemos tenido varios enfrentamientos antes de que adquiriéramos a nuestras ginoides. El último fue el día en que Cristina llegó a mí –lo que me afectó a mí más de lo que quise confesar, ambas cosas digo: la primera impresión del encuentro amoroso y el disgusto del desencuentro con el “amigo”–. Para Cris (bueno, para mí es Cris), para Cristina este supuesto amigo, si alguna vez fue una persona honesta, como cuando era joven, ahora se ha convertido en un déspota, un ser despreciable y lo cataloga como una persona opuesta a este que os escribe.
En relación al episodio de mi risa, que tanto enfureció a Cris, tengo que decir que: este antiguo “amigo” y compañero de trabajo me llamo para quedar y como nos conocíamos de pequeños accedí a verlo con la condición de que fuera también Cris; pronto se puso a alardear de las barbaridades que le hacía a su ginoide (la cual no le acompañó, al parecer, porque no sale con ella a ningún sitio). Entonces yo, inconscientemente, me reí, no porque tuviera gracia alguna, sino de las barbaridades que salían de su boca. Y en parte también, hay que reconocerlo, porque tengo algo de sinvergüenza. Pero para nada, para nada me di cuenta de la cruda realidad: lo mal que lo pasaría esa chica cuando el cretino de mi compañero de trabajo la manoseara sin su premiso, como indicaba todo. Yo me arrepentí, y me arrepiento, de haberme reído entonces. Él no se da cuenta de lo que hace (o no se quiere dar cuanta), porque él no piensa (o no quiere pensar) que los androides o las ginoides puedan sentir.
Sé que lo único que puedo hacer al respecto es intentar hablarle bien de su ginoide e intentar convencerle de que la trate como es debido.
Sobre el tema sexual con mi pareja sentimental, tengo que manifestar que si Cristina parecía no saber nada gracias a mi autorización para poder informarse en internet de lo que quisiera conocer ahora sabe más que yo del tema pero parece que todavía tiene una inmensa repulsa por el asunto. No obstante con mucho tiento y muy avergonzada me indicó que podía aparecer un periférico y una programación que se supone supliría o neutralizaría esta sensación de asco-pudor-vergüenza. Nos gustaría que nos mandarais toda la información que dispusierais del periférico y su programación. Y es que, como bien sabréis, uno es de carne y hueso y por tanto quiere tener una relación completa.
Os enviamos un adjunto con uno de los besazos que me da Cristina para o por si os sirviera de demostración de sus avances en su sentir humano. Hasta otra.
Ella estuvo conforme con todo y enviaron el video después de dos o tres tomas falsas en las que ella estuvo de pena. Mateo se esmero para que ella entrara en situación desplegando su arte amatoria y con una delicadeza sublime que facilitó que el cuerpo de Cristina entrara en la dimensión sensual. Mateo estaba orgullosísimo de Cristina y ella no sabía cómo había alcanzado ese estado.